11 dic 2014

Relato erótico "Monólogos interiores", de Irene Comendador

Ella 
            Deja los nervios. Sabes que lo harás bien, él espera que te portes como una buena puta, en la cama siempre una puta, recuerda. Deja de temblar, eso no te ayudará en nada, mejor dedícate a observarlo, estáis los dos solos, no existe nada más que él y tú, mírale fijamente a los ojos, eso es lo que tienes que hacer. Quítate despacio la blusa. No tan despacio, un  poco de brío, te llamará la atención si no. Separa las piernas, tiene que verse bien, recuérdalo, siempre se tiene que ver bien esa zona. Cabecea un poco para que el pelo caiga por la cara, así quedas más sexy, ¡tonta! Y sonríe, no se te olvide sonreír, las sonrisas gustan. Ahora tócale, con ternura, lo brusco y violento ya llegará luego, ahora sólo acaríciale como si fuese un gatito, que note que te excitas, que estás a cien. Joder, como me gusta este hombre, como me gustaría poderlo ver mañana también. ¡Hostia! Y quizás ocurra, nunca se sabe, podría volver a necesitarte. ¡Madre mía! Tiene una polla inmensa, entra miedo de pensarlo, no te pongas nerviosa, sólo es un hombre, sólo es un hombre… Ahora estréchale contra tus pechos, que salive bien el canalillo, echa la cabeza hacia atrás, como si te gustara, ¿qué digo? Es que te gusta, hazlo y sonríe, ¡sonríe! Pero no con cara de tonta, quedarás fatal; una sonrisa sensual, pícara, una sonrisa casi infantil, de eso se trata. Ha llegado el momento, deja que se recline en el sillón y acércate despacio, contonea las caderas, tienes que moverte en plan provocativo. Súbete sobre su cuerpo y restriega tu sexo por su miembro erecto, no dejes que te penetre todavía, aunque lo estés deseando, aunque lo quieras. Sepárate un poco, solo un poco, tiene que ver esa lejanía, tiene que saber que necesita perforarte antes de volverse loco; y haz el favor de no pensar en sentimientos, sabes que no te viene bien, eso no mejorará las cosas ni ayudará a que el contacto sea como debe ser. Agárrale del cuello y presiona, no mucho pero presiona. Y ahora bésalo, un beso fuerte, nada de caricias de lengua delicada, con brío y descaro, muérdele el labio, que note quién es la que manda aquí, eso es lo que quiere, recuérdalo. Ahora viene la estocada, hasta el fondo, aunque duela, ya calcularás luego los desperfectos, ya tendrás tiempo de ponerte paños de agua fría para calmar la zona, ahora sólo has de tenerlo dentro… y moverte, moverte rápido. Cabalga sobre él, como si te fuera en ello la vida, es que te va en ello la vida, ¡hazlo! No te corras todavía, espera un poco más, jadea, grita ahogadamente, muérdete el labio y míralo como lo haría una gata en celo, penetrante. Aráñale el pecho, clávale las uñas sin delicadeza, que se quede la marca sobre la piel, un buen surco hasta sus pectorales. Por favor, cuánto lo quieres, es insoportable esta unión, es abrumadora la sensación de tenerlo dentro y que no te pertenezca para siempre. Ahora, ahora, ya no puedes más, has notado su mirada de aviso. Córrete, fuerte, que no se te escape el pis, sabes que eso no es de señoritas y menos en estos momentos, lo arruinaría todo, contente. Grita, venga, grita y suspira y jadea y gruñe si hace falta, que suene alto. ¿Por qué ha hecho eso? Poner sus dedos justo ahí te volverá loca de remate, que friccione el clítoris justo en este momento no era lo convenido. El orgasmo se alarga, quizás demasiado. Disfruta, ¡idiota! Que le den al plan inicial, entra en el juego, explota un millar de veces. ¡Ah! Mm… ¡Impresionante! Impresionante… Te has portado como una campeona, te has portado como debías. Ahora toca levantarse, sé que no quieres pero es lo que hay que hacer. Agáchate y métete en la boca eso que tanto estás deseando. Mm… sabe a ti, tiene tu lubricación; lame, chupa, degusta, succiona, rota la lengua por todo el glande, aletea en la punta y de vez en cuando, da besos con la boca entreabierta, que note tu respiración en el capullo, sopla un poco si hace falta. Está poniendo los ojos en blanco, es porque lo haces bien, tu ejercicio está funcionando, toda una profesional. Le palpita el miembro, se hinchan sus venas, se endurecen los testículos, apriétalos un poco con la mano, araña su muslo con cuidado, succiona más fuerte y… Bien, ya empieza, bebe, date prisa, abre la boca todo lo que puedas y bebe, que caiga alguna gota en la cara, que resbale por la barbilla, recógela con la lengua y, bebe. Gatea por su cuerpo y acurrúcate sobre el pecho, eso es lo que ahora toca, la mejor parte, tú mejor parte, la que más te gusta y la que menos dura.
            Suspira, esparce el aliento por su pecho y no le mires, no le sonrías, no le asustes, sólo escucha como respira y aguanta hasta que todo termine.

             Él

            A ver si no tardamos mucho, sino no llegaré a tiempo al gimnasio, ya es tarde. Está muy guapa hoy, tiene un brillo especial en los ojos, como si hubiese bebido, espero que no sea el caso, lo estropearía todo. Espera sentado a que se quite la blusa, que no vea tu impaciencia. ¡Joder! Ya tengo la polla dura, debería controlar mejor ese aspecto a estas alturas. Deberías levantarte y ayudarla a desvestirse, pero no puedes, es lo que pasa cuando hay un plan de por medio. Ahora se acerca, sus pechos están muy calientes, arden, quizás sí que esté ebria. Su piel sabe muy bien, me pregunto con qué tipo de jabón se duchará, quizás sea alguno con olor a fresas, a eso huele. Besa su canalillo, pon los ojos en blanco y chupa, chupa con fuerza, que haga ruido la lengua sobre su piel tersa y dulce. Ahora me tengo que recostar sobre el sillón, es la parte fácil y a la vez complicada, no quiero correrme pronto, lo echaría todo a perder. Tiene una manera de moverse que te hipnotiza, esas caderas podrían derretir a cualquiera, lástima que mañana ya no esté aquí, de todas formas sólo sería un juguete y en esos líos es mejor que no te metas, ¡gilipollas! Tengo una erección ya de campeonato, y estoy seguro de que su expresión ha sido de asombro al mirar justo esa zona, me gusta el tipo de sensaciones que causo en las mujeres, es halagador. No pesa nada, es como si no la tuviera encima, como si fuese una pequeña mariposa flotando sobre mi verga, se frota con tanta delicadeza que conseguirá que me corra antes de tiempo. Agarro sus caderas, tengo que pararla antes de que termine jodiéndolo todo. Ahora la penetro, ha sido muy brusca al sentarse con violencia sobre mí, creo que se ha hecho daño; podría haber sido más cauta, de todas formas no hay tanta prisa. Bueno, yo sí que la tengo, pero no se tiene que notar. Se mueve muy bien, tan bien que tengo el glande al rojo vivo, espero que termine pronto. ¡Auch! Esos arañazos no me gustan, siempre es la parte jodida del momento, cuando tienes que aparentar que todo es placentero, hasta cuando no lo es. Ahora me hace cosquillas con el pelo, debería tenerlo recogido, este tipo de cosas me distraen, aunque si quiero aguantar un poco más será mejor que piense en otras cosas. Creo que ya es el momento, tendrá un orgasmo enseguida, y si le ayudo será mucho mejor para que todo quede perfecto. Tócale con dos dedos en el punto exacto, fricciona con fuerza pero acertado. Así pequeña, así es como se hace. Se ha separado de mi cuerpo y ha sido casi un alivio, no podía eyacular dentro de ella, eso lo fastidiaría todo. Se dispone a pajearme con la boca, menos mal que no ha optado por hacer el calentamiento primero con las manos, no creo que aguantase ya mucho; esta chica es buena, muy buena. Tengo que respirar más fuerte, emitir algún jadeo, suspirar, resoplar… ¡Venga! Aprieta los ojos y abre bien la boca para que sepan que estás en el puto paraíso, exhala todo el aire y contén la respiración, ahora, ahora, ya llega. Ya no consigo retenerlo, siento las palpitaciones y el extremo grosor; ya llega el momento y quiero acertar en su boca, quiero que llegue hasta la garganta, eso es lo que tiene que suceder. ¡Exploto! Un gruñido sordo se expande. El chorro sale despedido, salpica. Veo como se lo traga y relame los labios; niña buena, niña buena, sonríe, ha estado todo el tiempo sonriendo. Se echa sobre mi pecho y esconde la cara, no me mira, quizás sea mejor así, tampoco quiero incentivar ninguna conversación después, con haber estado bien es suficiente.
            Ha sido una sesión muy buena, he estado cojonudo.

  Espectador

             Ella se contonea muy bien, supongo que ha sido una buena elección. Se desviste con demasiada calma, quizás deba decir algo. No, mejor los dejo hacer o se pondrán nerviosos. Él también está muy metido en el papel, se ve que tiene tablas, hacer caso a las recomendaciones valió la pena. Ahora le soba los pechos… bien, es un punto muy sensual y necesario. Quiero ver cómo entran en calor los dos al tiempo. Él parece tener prisa por terminar, espero que eso no afecte al resto de cosas, no quisiera tener que repetir nada hoy, ya bastante complicado está resultando ser. Ahora se acercan al sofá, ella será la primera en cabalgarle. Se frota despacio sin penetración, me estoy cabreando puesto que no era lo acordado en absoluto; pero prefiero no decir nada, si hablo tendremos que empezar de nuevo. El sonido es bueno, tengo que pensar en esos detalles, en el tema logístico, y el sonido de momento va bien, los jadeos y suspiros se escuchan con total perfección, y eso que la acústica de la sala no es buena. Ahora llega el momento de la penetración, espero que no haya problemas con la erección, él está muy bien provisto. ¡Joder! Lo hizo muy bruscamente, seguro que se hizo daño, espero que ese tipo de cosas luego no se noten. Ahora oscila de adelante a atrás con viveza; supongo que es normal pero no lo veo claro, no es lo que habíamos acordado al empezar. Ella deja caer la cabeza y le mira de forma muy extraña; cortaré de una vez por todas la escena, quizás se hizo daño antes. Le araña el pecho, ese detalle es nuevo y me gusta, a él le ha dolido, quedará muy chulo luego en el montaje. Parece que se resiste el orgasmo femenino, ya deberían pasar al siguiente plano. La está tocando, ha metido la mano entre medias y tampoco estaba en el planning, se están tomando demasiadas libertades, tendré que cortar para decirles algo. Ella en este justo instante se está corriendo sobre su miembro, convulsiona y tiene espasmos, quizás grita demasiado alto, es un poco sobreactuado, o tal vez no esté actuando… Ha terminado, gracias al cielo ya ha terminado, ha sido uno de los orgasmos más largos que he visto, tal vez haya que cortarlo después. Se agacha y llega la parte de la masturbación, se lo tiene que hacer con la mano y… Un momento, pero, ¿qué hace? Se suponía que no tenía que ser una felación, y la verdad es que lo hace muy bien, seguro que él no tarda mucho en terminar. Se lo ha tragado todo, hasta se ha relamido con descaro. Una escena muy bonita, muy bonita… Dos minutos los dos abrazados y sin mirarse, ya no puedo más, tiene que terminar el teatro. “¡Corten! Habéis estado muy bien ambos, os habéis ido de ficha en alguna ocasión, pero creo que con lo que tenemos ya será suficiente. Tú, puedes irte cuando quieras, ya sé que tienes hora en el gimnasio, no quiero hacerte llegar tarde.” Espero a que el tipo de la polla grande, los músculos ejercitados y el pelo perfecto salga del set, y me dirijo a ella con mirada fría. “Será mejor que hablemos en casa, esta será la última vez que protagonices una de mis películas, a partir de ahora solo serás mi esposa y punto. No he querido ponerte en evidencia delante de nadie, pero definitivamente no vales para esto.”
 
Relato aparecido originalmente en el libro de Ediciones Irreverentes Relatos fotoeróticos

 

Relato erótico de Andrés Fornells: Un encuentro sublime


Ella le ofreció abiertas las sedosas columnas de sus piernas alabastrinas, mostrando la lenta languidez de un hada somnolienta. Durante algunos segundos él contempló, totalmente embelesado su bellísima, impactante desnudez. Sus ojos la acariciaron con la absoluta admiración que merece una obra maestra de la creación. Ella separó un poco más sus perfectamente torneados muslos y le ofreció su granada levemente entreabierta, afrodisíaco, irresistible manjar para un famélico de amor.
            Controlando su voracidad, su hambre de ella, él se arrodilló con veneración, y con veneración hundió el rostro en el delicioso vértice de carne cálida, trémula, palpitante. Y una oleada de ternura lo recorrió convirtiéndole la sangre en mil. Despacio, con el respeto que merece todo lo sublime, apresó delicadamente entre sus ardientes labios el rubí dulcemente salado que, al contacto su boca comenzó a endurecerse, a expandirse. Su ávida lengua, llama húmeda, apasionada, febril, realizó artísticos giros en torno al precio-so rubí provocándole que endureciera más y más.
            Ella empezó a gemir tan bajito que parecía más bien que suspiraba. Y comenzó a verter con prodigalidad sus afrodisíacas esencias.
            Él, con la exquisitez de un gourmet, lamía, la rozaba cuidadosamente con sus dientes, absorbía con fruición.
            Ella gemía de placer. Ella, enardecida de pasión, rotaba ya acelerando el ritmo sus caderas esculturales. Ella estaba ya apunto de enloquecer por el inmenso, volcánico, irresistible placer que experimentaba.
            Ella hundió, amorosa, sus trémulas manos entre los cabellos del hombre que la estaba llevando a la gloria y le apretó la cabeza para que se quedara eternamente preso donde se hallaba en aquellos divinos momentos.
            Ella finalmente estalló exhalando grititos de inconmensurable, indescriptible gozo. El rostro masculino hundido en el paraíso femenino permaneció un tiempo disfrutando, paladeando las esencias vaginales hasta la última gota de la ambrosía que ella le regalaba directamente desde el pebetero ardiente de sus generosas entrañas.
            Después, rendida, con los brazos en cruz, los parpados abatidos, en su rostro una expresión de supremo éxtasis, la boca entreabierta en una suave sonrisa de felicidad dejó transcurrir unos pocos minutos durante los cuales él la estuvo adorando con la mirada, y ella recupero fuerzas para finalmente pedirle:
            —Ámame, mi amor. Lléname con tu fiera, amorosa espada. Penetra hasta lo más hondo de mi ser. Te juro que jamás amaré, que jamás podré amar a ningún hombre como te amo a ti en este momento.
            Él convertido en único, absoluto dueño de su cuerpo y de sus sentimientos. Con-vertido en un dios por ella, la penetró muy despacio, recreándose al máximo hasta que el último milímetro de su poderosa hombría, entregada, pasó a pertenecerle a ella.

Relatos fotoeróticos, un libro fascinante por su erotismo y sus fotografías de desnudos

Los amantes del erotismo no fallaron a aquella cita y gracias a ellos –voyeurs, fetichistas, fieles, infieles, sumisos, exhibicionistas, homosexuales, heterosuexuales, amantes de maduros o jovencitas, amantes del sexo oral o tradicional, sadomasos, practicantes del intercambio, o sin más escritores dados a las fantasías–  ve la luz esta antología de relatos eróticos tan internacional y tan excitante.
            Por aquellos tiempos, en Radio Nacional de España (RNE) me permitieron dirigir y presentar dos programas literarios que llegaban al mundo gracias al impresionante despliegue técnico de Radio Exterior de España (REE). Los programas eran Sexto Continente, el café literario de la creación hecha en español, y Edición Exclusiva, el primer programa de premio literarios de la emisora, y puede que el primer programa de difusión mundial con este contenido. Josefina Beneitez como directora de la emisora y Antonio Buitrago como inductor, fueron los culpables de la existencia de aquellos programas salidos de mi mente calenturienta, además de todo el equipo técnico y directivo de RNE. En ellos hicimos un concurso de relato erótico al que llegaron 210 relatos de 27 países, y de entre los cuales han salido los textos que recogemos en este volumen. Dos escritores jóvenes e intelectualmente voluptuosas, Irene Comendador y Paloma Hidalgo, fueron las ganadoras del concurso, y se han unido en este volumen los mejores textos recibidos y textos que hemos encargado a autores de primera línea que han mostrado maestría en el género.
            Encontramos en Relatos fotoeróticos, autores –ya sean escritores o fotógrafos- de once países. Escritores de España, Honduras, Colombia, Rumanía y Venezuela, y fotógrafos de España, Rusia, Ucrania, Polonia, Kazajistán, Inglaterra, Bulgaría y Serbia.
            Se muestra un erotismo apegado a la realidad del comienzo de siglo, siempre desde la calidad literaria y una visión estética elevada. Así, entramos de la mano de escritores e ilustradores, en el rodaje de una película pornográfica, en una sesión con una modelo erótica, en un club de intercambio de parejas, en la vida de exhibicionistas, adictos al sexo liberal, al sexo salvaje, a las relaciones juveniles, en los placeres solitarios de un fetichista y también, y no menos excitante, a los sueños de quienes sienten tanto placer con la realidad como con su imaginación.
            En Relatos fotoeróticos, encontramos fantásticos relatos eróticos con sensuales fotografías, desnudos siempre agradables y que pretenden incitar la imaginación del lector. Mi principal objetivo al crear el premio y al idear este libro fue ofrecer unas horas de placer que nos hagan más grata la realidad cotidiana. No por ello dejaremos de añorar el suave encanto de las novelas románticas decimonónicas, aquellos primeros amores entre las hojas caducas en otoño, los vestidos elegantes y el champagne siempre exquisito. Pero cada momento tiene sus pasiones.
            Si entras en estas páginas, estás avisado del excitante contenido. Si alguien se escandaliza, será porque le encanta hacerlo; quizá es otra forma de encontrar placer… uno ya no sabe…
 
                                                                                                                          Miguel Ángel de Rus

21 nov 2014

"Sueños eróticos", relato erótico de Nelson Verástegui

Se dio cuenta de que había despertado pero no quiso abrir los ojos. Quería seguir soñando con el joven vecino del barrio que tanto le gustaba y con quien había soñado apasionadamente. Habían estado en un baile, se habían ido después a la playa con un grupo de amigos, tomaron y terminaron todos desnudos haciendo el amor sobre la arena. El calor de los primeros rayos del sol los había despertado, se encontraron solos y abandonados de su grupo, se besaron de nuevo, se vistieron y se fueron de la mano hasta sus casas.
¡Qué maravilla! El orgasmo había sido casi real. Sentía su sexo mojado y caliente, el clítoris y los pezones estaban todavía hinchados. La arena no era tan cómoda como su mullida cama, pero era lo de menos comparado con la dicha de haber estado con él. En fin, si algún día lograba conquistarlo y hacer realidad esos abrazos y caricias, sería la mujer más feliz del mundo.
Entonces sintió que su cama estaba un poco húmeda. Le dolía la cabeza y no recordaba bien qué había hecho la noche anterior. Buscó a tientas las cobijas para arroparse y seguir durmiendo. Todo era extraño. Por fin abrió los ojos y vio el cielo estrellado. Oyó las olas rompiendo en la playa no muy lejos de sus pies. Se sentó y descubrió en la penumbra que estaba desvestida y acompañada. A su lado dormía profundamente un hombre desnudo de espaldas a ella. Era una noche de verano calurosa, sin brisa y seca.
¿Qué había pasado? No se atrevía a mirar la cara de su acompañante silencioso. Ya con los ojos acostumbrados a la negra noche vio un montón de ropa apilada al lado de una fogata apagada. Tenía que hacer algo.
Se acercó por fin a descubrir la cara de su bello durmiente. ¡Era él! El joven del barrio que tanto ansiaba conocer y amar. Ya no le importaba saber cómo habían llegado a ese lugar ni si era sueño o realidad. Lo empujo por el hombro hasta ponerlo boca arriba. Empezó a acariciar su piel y toda su anatomía con deleite y parsimonia. En su mano crecía el sexo del hombre hasta ponerse completamente erecto como un obelisco. Ella se sentó sobre él y lo despertó con sus masajes húmedos tras la penetración.
En realidad los dos se despertaron. Ella acaballada sobre su marido en su cama en el cuarto de su casa y el marido muy excitado sin entender lo que le estaba pasando. El vecino anhelado se desvaneció al despertar. No importaba. Con su esposo disfrutaría de ese momento placentero sin que ella le contara nunca lo que había soñado.


20 nov 2014

AbeXedario, erótica presentación en la iglesia renancestista Sant Joseph de Ciutadella

Pilar Mata Solano aprovechó su estancia en Menorca para presentar el libro de relatos con el que resulto ganadora del Premio Incontinentes de Narrativa Erótica, AbeXedario. publicado por Ediciones Irreverentes.
La presentación de este libro de alto contenido erótico se llevó a cabo en la iglesia renancestista Sant Joseph de Ciutadella con la proyección de un cortometraje de cntenido erótico, inspirado en el libro, y la lectura de fragmentos de los relatos a cargo de la autora, acompañada por Gloria Mesvides al piano, que tuvo una excelente acogida.

Afirma la autora en el libro “Confieso que llegué a desvariar en la terca obstinación por sentirme viva, llena, grata, en compensación, sin posible retorno. Filosofía del amor que no pretendo que comprendan ni compartan. Pero, declaro, amé con delirio y de todos gocé. O cuando me expuse y, exponía, a perder la razón que, en los juegos de seducción, siempre se pierde alguna pluma. Probablemente resulta obvio afirmar que me beneficié en salud y que disfruté situaciones sublimes, únicas, irrepetibles, repletas de un placer que rozó el desgarro. Pero, desde las primicias refinadas y exquisitas de la iniciación, a los juegos ordinarios del vicio, como a otras depravaciones, si es adecuada semejante acepción en el universo de la carne, siempre me presté con deleite. De otra manera, no hubiera tenido valor ni interés la entrega. La conquista del hombre empieza en la última embestida, si lo vale.”

Clase de anatomía, relato erótico de Félix Díaz

Supongo que debería presentarme, pero discúlpenme si no lo hago. Si alguno de mis colegas del instituto se entera de lo que pasó la otra tarde, tendré muchos problemas, así que sólo seré «El Profe» en estahistoria.
Soy profesor, cierto, y doy clases a estudiantes de formación profesional en enfermería y ayudantes de laboratorio, entre otras especialidades. Me gusta sobre todo darle clases al grupo de auxiliares de enfermería, pues son todas chicas y no excesivamente jóvenes (la que menos tiene 20 años). Este año me ha tocado un grupo pequeño, son 8 chicas de las que sólo tres asisten regularmente. Eso me ha sorprendido, pues no es frecuente que permitan unos grupos tan reducidos, pero me viene de perlas, pues con un grupo tan pequeño las clases son muy relajadas y avanzamos deprisa en el temario. Y el que de 8 chicas más de la mitad falte tanto es algo normal, pues muchas están trabajando por la mañana.
Olvidaba decir que mis clases son por la tarde. A esas horas, el instituto está casi vacío, sin las locuras de los chicos de la mañana. Imaginen un edificio con 57 aulas, de las que sólo están ocupadas 5 por la tarde. Y a última hora del viernes, es frecuente que la única sea la mía...
El día en que pasó todo era precisamente un viernes. A última hora tocaba Anatomía, una asignatura realmente aburrida, con descripciones y más descripciones de órganos. A veces incluso es desagradable si las imágenes que tengo en las diapositivas son disecciones de cadáveres. Para la clase del viernes yo siempre he preferido buscar los temas más atractivos, y que no se lleven un mal recuerdo a casa para el fin de semana.
Hay un tema que casi nunca he podido explicar por falta de tiempo, y es el de los órganos sexuales. En realidad, visto lo que me pasó, puede que ya sospechara lo que podía suceder...
Pero esta vez, como ya dije, llevaba el temario adelantado, así que pensé que bien podía dar ese tema.
Discúlpenme, pero estoy tan nervioso... No me acordaba de que también tengo que hablar de las chicas. Sobre todo de las tres que siempre asisten. No puedo dar sus nombres reales, así que las llamaré Ana, Bea y Carmen.
Ana tiene, creo recordar, 21 años. Es morena, alta, de cara redonda y labios muy sensuales. Sus ojos son oscuros y tiene unas pestañas enormes que es como si te abanicaran cuando te mira fijamente (lo que hace muy a menudo cuando estoy explicando algo). También tiene unos pechos grandes, que no suele esconder pues prefiere las blusas escotadas. Además, suele llevar falda y se sienta en primera fila, así que ya pueden imaginar cómo me pongo.
Bea es rubia, pequeña, de cara ovalada y pelo corto. Usa gafas, así que no puedo describir sus ojos. La boca es pequeña, pero los labios son carnosos y ella los destaca más usando carmín de colores intensos. Sus pechos son más bien pequeños, pero muy bien proporcionados. Aunque no me fijo directamente en eso, por motivos evidentes, creo que aborrece el uso del sujetador. Suele vestir ropa muy ajustada, casi siempre pantalones.
Carmen se parece a la gitana de la ópera con ese nombre. Pelo negro, larguísimo, que suele llevar suelto. Ojos negros, con enormes pestañas. Boca sensual. No es demasiado alta y tiene un pecho muy generoso que no suele ser evidente, pues prefiere usar suéteres holgados con pantalones vaqueros. Por su estrecha cintura y sus caderas, yo diría que no está muy lejos del clásico 90-60-90.
Bien, vuelvo a la tarde del viernes. Heme allí con las tres chicas y mis diapositivas preparadas. Primero paso lista y tomo nota de las que faltan, luego empiezo a explicar el tema. Noto alguna mirada de complicidad entre ellas, pero no le doy importancia, como hago siempre. Ni siquiera había notado que Carmen llevaba falda, algo rarísimo en ella; también Bea se había puesto una falda corta.
En una ocasión en la que estaba escribiendo en la pizarra, al darme la vuelta sorprendí un movimiento de Bea, que estaba descruzando las piernas. Juraría que... no, es imposible... Volví a escribir otra cosa en la pizarra y a darme la vuelta, ¡otra vez estaba moviendo las piernas! Y lo hizo tan despacio que esta vez no tuve dudas: ¡no llevaba bragas!
Bueno, tragué saliva y seguí con la clase. Traté de mostrarme lo más profesional posible: no era la primera vez que una alumna intentaba seducirme, siempre sin éxito. Más de una ha creído que podía compensar una nota baja si me ofrecía su cuerpo, incluso hay quien lo ha dicho con toda claridad, pero yo lo tengo claro: no quiero problemas con las alumnas.
Cada vez que escribía algo y me volteaba para comentarlo, podía verle el pubis, con los rizos claros. Y entonces comprobé que no era la única. Ana también hacía juegos con las piernas, y en uno de esos vi los mechones negros de su pubis. Incluso Carmen hacía lo mismo, ¡juraría que lo tenía afeitado!
Yo estaba cada vez más nervioso, así que decidí dejarme de explicaciones y pasar a las diapositivas. ¡Había olvidado cuál era el tema que estaba tratando, y qué diapositivas había elegido! De lo contrario, nunca se me habría ocurrido poner aquellas imágenes a unas chicas tan cachondas.
Empecé con las imágenes. Primero, órganos sexuales femeninos y masculinos. No se trataba de cortes o disecciones, sino de imágenes de personas vivas. Cuando vi las primeras diapositivas de vaginas sentí un calor que me subía por la espalda. Por suerte había apagado las luces, porque seguro que me puse rojo de vergüenza. No dejaba de asociar aquellas imágenes con lo que le había visto a las tres chicas. Ellas cuchicheaban entre sí.
Luego pasé a las imágenes del órgano masculino. Aquí, ellas lanzaron exclamaciones de sorpresa, incluso algún comentario soez. Sobre todo cuando apareció un soberbio miembro masculino mostrando los mecanismos de la erección. Oí algún ruido de movimientos...
Lamenté no tener más imágenes. Estaba muy nervioso y no sabía cómo continuar. Encendí las luces y me entretuve desmontando el proyector. Es entonces cuando Bea dice:
—Profe, ¿no tiene imágenes de los órganos sexuales secundarios?
—Pues no, ¿por qué lo dices? Puedo ir a buscar algunas a mi despacho...
—¿Para ver tetas? ¡No gracias! Lo digo porque tal vez usted quiera ver las nuestras...
Y mientras decía esto, se levantó la blusa. Era cierto, no llevaba sujetador. Sus pechos eran redondos y los pezones muy marcados en medio de una areola oscura.
Traté de seguirle la corriente y me acerqué lo más serio posible.
—Bueno, veamos. Aquí tenemos un par de senos femeninos. Podemos observar su forma redondeada. Aquí se sitúan las glándulas mamarias que desembocan por los canales lactíferos en el pezón, que como pueden apreciar es netamente hipermelánico.
Mientras decía todo esto, la tocaba. Trataba de hacerlo de forma fría, pero me resultaba imposible. Ella suspiraba bajo mi tacto y yo sentía el miembro viril tieso, que tenía que notarse en mi pantalón.
De hecho, creo que las otras dos apenas miraban lo que estaba mostrando, sus ojos estaban algo más bajos, hacia mi entrepierna.
Entonces, Ana se levantó la blusa y se soltó el sujetador rosa que llevaba.
—Profe, ¡mire mis senos!
Y Carmen hizo lo mismo: se sacó la blusa sobre la cabeza y desabrochó un corpiño blanco.
—¡Y los míos!
Bea, siempre la más atrevida, dijo a continuación:
—También deberíamos ver el miembro del profe. Parece presentar un buen ejemplo de erección.
Y antes de que yo me diera cuenta, ella estaba manipulando mis pantalones. Cuando liberó mi verga, soltó una exclamación.
—¡Madre mía! ¡Vaya ejemplar!
Las otras dos chicas se habían levantado sus faldas y se tocaban sin ningún disimulo. Bea cogió mi polla erecta y empezó a chuparla.
Yo no podía resistirme. Acerqué mi mano a la entrepierna de la chica y lo noté húmedo y caliente. Con la otra mano aferré uno de sus diminutos senos, comprobando que cabía perfectamente en mi mano.
Estuve así un par de minutos, hasta que la sensatez volvió a mi cabeza. Decidí agarrar el toro por los cuernos. Seguiría con la clase...
—Bueno, ahora vamos a ver las técnicas de estimulación sexual. Lo que está haciendo Bea es una forma de estimular al varón, pero ahora yo quiero mostrarles a ustedes cómo explotar la sensibilidad cutánea femenina. Bea, por favor atiende. Carmen, ¿no te importa servir de modelo?
—¡Claro que no, profe! ¿Qué debo hacer?
—Simplemente tiéndete aquí.
No lo había dicho, pero en el aula hay una camilla que se usa en varias clases. En ella se tendió Carmen boca arriba. Yo era muy consciente de sus enormes pechos y de su pubis depilado, pero guardé la compostura.
—Supongo que ustedes sabrán que el cuerpo femenino tiene gran número de zonas erógenas repartidas por toda la piel. Por eso una buena estimulación se puede lograr mediante el tacto. Podemos, por ejemplo, tocar aquí...
Empecé a acariciarle los pies. Lo hice muy despacio para que ella apreciara toda la intensidad del contacto, y para que sus compañeras comprobaran el efecto.
Acompañé mis caricias con la lengua. Uno a uno, fui chupando todos sus dedos, mientras acariciaba los tobillos.
De esa forma fui avanzando por ambas piernas, usando ambas manos y la lengua. Carmen se estremecía de placer...
Cuando llegué a la parte superior de los muslos, me quedé en el exterior de los mismos, y seguí subiendo por las caderas hasta los brazos. Sin perder el contacto, llegué hasta las manos y repetí el tratamiento con la lengua.
Fui desplazando mi contacto por ambos brazos hasta llegar a los hombros. Entonces pasé a la cabeza. Le acaricié el cabello, la frente, los párpados, la nariz. Le chupé los lóbulos de las orejas, luego repasé sus labios con mis dedos.
Esta vez puse mis labios sobre los suyos y le di un beso profundo. Ella mantuvo su boca abierta y me dejó meterle la lengua, que recorrió todo el interior de su boca.
Entretanto, mis manos habían recorrido su cuello y llegado a los senos. Los acaricié mientras separaba mis labios de los suyos, y mi boca seguía a mis manos hasta llegar a los pezones.
Siempre me he gustado imitar a los niños de pecho, y aquí tenía una buena oportunidad, así que no la desperdicié. Chupé y chupé con fuerza como si esperara que de un momento a otro surgiera la leche materna.
Tanto Ana como Bea pudieron comprobar cómo Carmen lograba un par de orgasmos sin siquiera tocarle la zona genital. Y creo que Ana tuvo también su propio orgasmo, esta vez gracias a la acción de su mano en los genitales.
Entretanto, yo reanudé mi recorrido por el cuerpo de Carmen. Seguí bajando hasta llegar a la flor húmeda, caliente y abierta situada entre las piernas. Tenía la piel suave, ¡se había depilado hacía muy poco tiempo!
Esta vez introduje mi lengua entre los pliegues de sus labios inferiores. Notaba el sabor salado de sus jugos. También notaba el clítoris tieso como si de un diminuto pene se tratara. Ella no cesaba de estremecerse de placer.
Al fin me decidí a dar el siguiente paso.
—Bien, creo que ahora ya está suficientemente estimulada para proceder a la penetración. Observen como el pene se introduce en la vagina, que está perfectamente lubricada y dispuesta para la operación.
Mientras decía lo anterior, aferré mi verga y la acerqué al caliente agujero. Entró como una llave en la cerradura perfectamente lubricada.
—Para continuar con la estimulación, se suelen hacer movimientos de vaivén como éstos que estoy haciendo... hasta que se alcanza la meseta orgásmica en la mujer y se produce la eyaculación en el hombre.
Ni Ana ni Bea me hacían caso. Se estaban besando y tocando muy íntimamente.
La visión tortillera me estimuló aún más y me derramé dentro de la chica. Ella gemía y se estremecía como si le fuera la vida en ello.
En ese preciso momento, se abrió la puerta y entró un hombre. ¡Me había olvidado del conserje!
—Perdonen, pero hace media hora que terminaron las clases y...
Al ver el espectáculo, se quedó con la boca abierta.
Yo saqué mi miembro de Carmen e iba a decir algo, cuando Ana se le acercó al conserje y le dijo:
—¡Qué oportuno! El profe necesita refuerzos, me parece.
Y diciendo esto le puso la mano en el paquete. De inmediato empezó a manipular la bragueta.
Bea le echó una mano y en un periquete estaba el hombre desnudo, con las dos chicas jugueteando con sus testículos y su pene.
Entretanto, Carmen se dedicaba a reanimar mi exhausto miembro, usando su boca de una forma muy experta. Pero yo quería cambiar de tercio, así que la dejé con un beso y me acerqué a Ana.
Carmen relevó a Ana en el trabajo con el conserje. Y Ana se quedó conmigo.
Yo estaba cansado, pero siempre había tenido ganas de follarme a Ana. ¡Eran demasiados días de tener que conformarme con unas pajas al salir de clase! Ya tenía de nuevo el miembro a punto así que casi sin esperar le dije que se pusiera a cuatro patas. La visión de su vagina bajo su redondo trasero fue todo el estímulo que yo necesitaba. Le metí mi trozo de carne con fuerza, pero sin hacerle daño pues ella estaba más que dispuesta. Mientras le aferraba las tetas y tenía una gloriosa vista de su culo, bombeaba una y otra vez, hasta que me corrí como si llevara una semana en vela.
Entretanto, el conserje se había tendido en la camilla y las dos chicas se le habían encaramado encima. Bea se montó encima de su polla mientras que Carmen colocó sus piernas sobre la cara del chico, para que le lamiera las interioridades. Además, las dos chicas no estaban conformes con eso y se tocaban y besaban con profusión.
Aproveché que Carmen y Bea iban a intercambiar sus posiciones, para llevarme a Bea y dejar que Ana la sustituyera en la boca del conserje.
Me senté en una silla y Bea se sentó sobre mí, clavándose mi pene hasta lo más profundo de su vagina. Me daba la espalda, así que le aferré los diminutos senos y la dejé que ella llevara todo el esfuerzo de la estimulación. Como buena amazona, al poco estaba gimiendo de placer y yo sentía que las fuerzas volvían a mi sufrido miembro. Parecía imposible, pero aún me quedaba semen por verter en un último orgasmo.
A todo esto, el conserje prefería hacer como en las películas porno, y se masturbó frente a las dos chicas, llenándoles la cara con su leche.
Bien... sin decir palabra, el hombre se vistió. Yo también me vestí mientras las tres chicas iban un rato al baño a lavarse y vestirse.
Volvieron pronto y el conserje dijo, simplemente:
—Es hora de cerrar el kiosco.

Salimos del edificio en silencio, el último él y cerró la puerta...

El más reciente libro publicado por Félix Díaz es Titanes  
http://www.edicionesirreverentes.com/2099/TITANES.html 

19 nov 2014

El escote, relato erótico de Harol Gastelú Palomino

A Valentina

–Mi trabajo, profesor.

         Alcé los ojos: Galia estaba inclinada sobre mi escritorio. Llevaba un vestido negro con un pronunciado escote que dejaba a la vista el nacimiento de sus senos. La piel alba como la nieve. Sobre su seno derecho tenía tatuada tres mariposas negras que parecían estar volando en busca de la primavera. Nuestras miradas se encontraron. Me ruboricé: ¿me diría qué mira, profesor?, parece un viejo verde, un sátiro, un pedófilo. ¿Me diría no sabe que me está acosando visualmente, profesor? No lo hizo. Sonrió, una sonrisa enigmática como el de la Gioconda. Sentí despertar mi virilidad. La piel tersa y nívea, el cuello delicado, los hombros desnudos con las cicatrices de las vacunas, el bretel del sostén color melón, los labios rojos, los ojos pícaros, las cejas pobladas. Tomé las hojas que me extendía. Las manos pequeñas cruzadas por venitas verde azuladas como culebritas, los dedos largos, las uñas crecidas pintadas de rojo sangre. ¿Estará bien, profesor?, su voz un susurro, un susurro incitante, las letras alargadas, inclinadas como la Torre de Pisa. Un aroma a jazmines emanando de su piel. Juan Preciado llegando a Comala. El sol atravesando con furia los ventanales. Una semana más y vacaciones. ¡Por fin! Verano, playa, ¿mujeres? Un verano aburrido en Puerto Viejo sin compañía femenina. Se alisó los cabellos, apartó el mechón que caía como una cascada. Las axilas embadurnadas con Etiquet, los pliegues de piel oscura, los vellos brotando, unos puntitos negros. Imaginar su pubis así. Inclínate un poquito más, Galia, por favor. Se pasó la lengua por los labios, una lengua rosada, puntiaguda, larga, húmeda. Imaginarla dándome placer como Sasha Grey. Las mariposas negras volando en su piel blanca como un cielo diáfano. Qué calor, ¿verdad? Ajá. ¿Qué harás en las vacaciones? No sé…, iré a la playa… si es que apruebo su curso, profesor. El Poeta escribiendo novelitas pornos en la Escuela Militar Leoncio Prado. Galia en la playa en hilo dental, en tanga como la Vanessa Tello. La piel bronceada, depilada. Una hendidura. Caer en ella. Otra vez la lengua humedeciendo sus labios. ¿Has hecho orales, Galia? Eso es lo primero que aprendemos, diría Ilse. El Poeta visitando a la Pies Dorados. Los bordes del sostén. La aréola de sus pezones, sus pezones oscuros, suavecitos, inalcanzables a pesar de estar tan cerca de mis manos, de mi boca. Bajar la mirada lentamente: el vestido ceñido, los huesos de las costillas como las cuerdas de una guitarra, el vientre plano que se eleva y hunde al compás de su respiración, la forma del ombligo, la cintura breve, las caderas anchas, el pubis un triángulo invertido rozando el filo del escritorio. Si no apruebo no iré ni a la piscina, en mi casa me matarán, profesor. Y yo seré el culpable, ¿verdad? Ajá, irá preso. Risas. Todos somos hijos de Pedro Páramo. El mar turquesa, las gaviotas surcando el cielo, Galia en la playa, echada en la arena, sus senos pequeños apuntando el sol como queriendo derribarlo, las palmeras movidas por la brisa, su piel untada con bloqueador, la piel del pubis y de las tetas más claras que el resto, el pubis cubierto por un follaje oscuro, los labios asomándose como lagartijas al sol. Ser el sol y entrar por sus poros, hervir su sangre, despertar sus deseos, ser Brad Pitt para que suspire por mí, o Robert Pattinson para que sueñe conmigo, para que me desee. ¿Ya se tocará como Grace Wong? ¿Jugará con su Secreto, hará crecer su Estalactita? Artemio Cruz recordando en Regina a todas las mujeres que amó. Entrar al mar, esquivar las olas, bucear, cargarla en mis espaldas, sentir la forma de sus tetas, sentir sus pezones duros. Salir del agua, retozar en la arena, la playa solo para nosotros dos, Adán y Eva en el Paraíso. Mis labios en su piel, su piel tibia, salada. Las tres mariposas negras en mis labios. Mis labios en sus tetas, no las tetas de plástico de la Pamela Anderson, no las tetas de mármol de la Luciana Salazar, sus tetas pequeñas, sus pezones tiernos como los de Giovanna Blas Sánchez. Presionarlos con los labios, girar la punta de mi lengua en ellos hasta que se pongan duritos. Galia gime, suspira. ¿Aprobaré, profesor? Juntacadáveres regresando a Santa María. Reptar a lo largo de su piel como un sediento que busca un oasis en el Sahara. Mi lengua en su ombligo. Cruzar la franja de blanquísima piel que hay debajo de su ombligo y llegar a su pubis, desbrozar el follaje, escalar el Monte de Venus, sentir el aroma a mar cada vez más intenso, llegar a Macondo, una hendidura en la tierra, separar los labios, los pliegues, la carne roja y lustrosa, posar mis labios, una primera pasada de lengua de abajo hacia arriba, sentir el sabor de su Secreto en el paladar, la carne que se estremece. ¿Nunca te han hecho orales, Galia? ¿Aún orinas agua bendita? La punta de mi lengua en su clítoris. Chuparlo, succionarlo, lamerlo, sentirlo crecer, ponerse duro. Escuchar sus gemidos, sus suspiros. Engullir, tragar. Sus caderas golpeando mis sienes. Grita, chilla, gime, suspira, lanza alaridos como una loba en luna llena. Explota, bebo sus fluidos, el néctar que brota de su vientre, sacio mi sed, mi hambre, mis deseos. Las mariposas negras volando en mis ojos. Ahora me toca a mí, profesor. Mi miembro en sus manos, en su boca, entre sus tetas, entre las tetas de Remedios la Bella. ¿Nunca has hecho un ruso, Galia? Deja que te enseñe. Aprenderás como Lily, como Geraldine, como Verónica Bedoya. Dirás échese salivita para que se deslice suavecito como Yessenia. Así, apriétalo así. La piel tibia de tus tetas, Galia, mi verga dura, Galia, los latidos de tu corazón, Galia, mi verga explotando, Galia, mi verga haciendo erupción como ese volcán islandés de nombre impronunciable, Galia, el semen sobre las mariposas negras que despliegan sus alas y se echan a volar, Galia.

Más textos de Harol Gastelú Palomino, en http://eltiempodelasbastillas.blogspot.com/ 

18 nov 2014

Fue corriendo hasta la estación, relato erótico de David J. Skinner

Fue corriendo hasta la estación. El corazón parecía querer salírsele del pecho, pero eso no hacía que su ritmo disminuyera. Debía llegar antes de que el autobús partiera.
Miró su reloj, un caro aparato que desentonaba con su ropa, más propia de un adolescente que de un hombre hecho y derecho. Las cuatro en punto. En media hora, la mujer que amaba desaparecería –quizá para siempre– de su vida. No iba a permitirlo.
Las dársenas estaban repletas de gente, y él no sabía hacia dónde dirigirse. Se arrepintió de no haber consultado por la red cuál era su objetivo, pero aquello tampoco lo detendría. Apartó a la gente sin ningún miramiento, mientras iba siendo objeto de múltiples reproches y miradas airadas.
Ahí estaba.
Agarró su brazo, con firmeza y suavidad. Sin hablar, comenzó a acercar sus labios a los deseables y deseosos labios de ella, y se fundieron en un apasionado beso. Empujados por una fuerza superior, por algo que estaba por encima de ellos dos, ambos comenzaron a quitarse la ropa en medio de la multitud, que no daba crédito a lo que allí ocurría. Se escuchó un grito de asombro cuando los pechos de la joven quedaron expuestos, y más de uno encolerizado cuando ambos quedaron desnudos de cintura para abajo.
Esa imprevisible, aunque no imprevista, situación siguió su curso normal. Como si estuviesen solos en una cómoda habitación, y no en una estación abarrotada y con olor a gasolina, las manos de él, que ya recorrían todo su cuerpo, dieron paso a la ávida boca. La húmeda lengua encontró, finalmente, el también húmedo rincón íntimo de ella, que comenzó a gemir descontroladamente.
A esas alturas, nadie había avisado aún a los guardas de seguridad; así se encontraban de petrificados ante el espectáculo. Mudos, contemplaron a la chica inclinándose y cómo, tras unos cortos pases con su lengua, se introducía por completo el estimulado miembro del hombre en su pequeña boca de labios perfectos. Sus ojos, cuyo color no resultaba fácil de discernir bajo las mortecinas luces del lugar, observaban a su compañero, a su amante, a su amado, con una expresión que provocó más de una erección entre los asistentes. Escasos minutos después, la pareja se tumbó en el sucio suelo para llegar al punto álgido del acto. El primer guarda llegó en aquel instante, aunque fue incapaz de hacer o decir nada.
Más de un testigo hubiera podido jurar que las luces comenzaron a parpadear en el momento justo del clímax. Ninguno de los dos gritó, ni gimió. Era algo tan grandioso, tan sublime, tan digno de adoración por hombres y por dioses que no podía ser expresado de esa forma.

Mas, en realidad, él no llegó a tiempo. No pudo despedirse, ni besarla, ni hacer el amor con ella. El autobús ya había partido, y esa imagen que había recorrido su mente, puede que las mentes de todos los presentes, se desvaneció a la par que su acelerado corazón se detenía. Su último latido fue para ella, por ella. Por los dos.
Si quieres leer lo más nuevo de David J. Skinner, tienes August, pecado mortal, en http://www.mareditor.com/narrativa/August_DavidJSkinner.html  

10 jun 2014

Presentación de la novela erótica Se Traspasa, de Luis Soler Dauchy, en Mahón

Ediciones Irreverentes presenta la novela erótica Se traspasa, de Luis Soler Dauchy, prestigioso periodista balear que se estrena así como escritor.  Será el próximo jueves, 12 de junio, a las 20:30h. en las instalaciones del Orfeó Maonès, C/Verge de Gràcia, 155, 07703 Mahón, Islas Baleares, España.

 ¿De qué trata Se traspasa?
Cloe, adolescente tan bella como provocativa, puede ser la perdición de Pedro. Ella puebla sus sueños, ella es la razón de esperar que pasen las horas en la tienda de ropa; Cloe, como la mítica protagonista de la primera novela erótica conocida, pero actual, excitante, promiscua.  Pedro dedicó su vida a mejorar la de las personas a través de ayudarles en su forma de vestir. La pequeña tienda de ropa que abrió con su mujer en el pueblo fue muy pronto un éxito. Pero su vida actual transcurre monótona hasta que un día aparece Cloe.
     Una adolescente provocadora, guapa, sugestiva, dulcemente alocada, que se convierte en la obsesión de Pedro y que hace caer todas sus fortalezas; desde su particular don, pasando por el futuro de la tienda y hasta su familia. Se traspasa va más allá del erotismo y nos invita a enloquecer ante la belleza, aunque se tema que nuestra locura no tenga futuro.

Quién es Luis Soler Dauchy
(Mahón,1974). Pasa por diferentes emisoras hasta consolidarse en la Cadena SER donde actualmente edita el principal programa a nivel insular. Siempre le tentó la literatura hasta que su amor a Andalucía se convirtió en un poema ganador en un certamen local. Este premio se volvió a producir en ediciones posteriores. Se traspasa es su primera novela publicada.
Qué nos anticipa Luis Soler Dauchy sobre su novela:

Preguntado sobre los posibles paralelismos entre Cloe, la protagonista femenina, y la Lolita de Nabokov, afirma “Es un orgullo, claro. Lolita es un claro referente del género y Cloe no ha pretendido ser un calco de ese éxito editorial. Sin embargo, Cloe ha nacido para ser la manzana del árbol de la tentación. ¿Quién no mordería una fruta fresca, apetitosa y sobre todo prohibida? Eso lo va a tener que resolver el protagonista masculino de la novela. Esta Cloe es, en cierto sentido, más universal, aunque se parezca a Lolita en edad y atrevimiento.” 

            Sobre la sexualidad en Baleares y su relación con la novela, afirma el autor “Hay que puntualizar que, visto desde dentro, este archipiélago tiene cuatro islas y cuatro formas de disfrute sexual (si se me permite el atrevimiento). Formentera está en la memoria colectiva de una joven Lucía que vive plenamente el sexo mientras recorre la isla en una motocicleta. Ibiza es el desenfreno, la noche, la juerga y la incursión en los límites. Mallorca es la eterna luna de miel. Y Menorca es, aunque no lo cito textualmente, el lugar del sexo maduro y pausado, relajado, que intenta recuperar el protagonista cuando se ve acorralado en un pueblo de provincias de la península. Vamos, un escape, una reconciliación con un matrimonio que ha perdido el fuelle, la pasión. Pero insisto, en ningún momento cito la isla de Menorca pese a lo que se puede reconocer fácilmente en esta isla a la que algunos de los protagonistas van en un momento de esta historia.”

La caliente presentación de Relatos fotoeróticos y Abexedario. Pilar Mata Solano, Antonio Gómez Rufo y Miguel Angel de Rus

Ediciones Irreverentes presentó el pasado viernes en el Café Cósmico de Madrid sus dos novedades de narrativa erótica; AbeXedario de Pilar Mata Solano, obra ganadora del IV Premio Incontinentes de Novela Erótica, y “Relatos fotoeróticos”, antología de relatos inspirados en fotografías eróticas, que encabezan cada texto, un libro impreso a todo color que además de la calidad literaria, tiene una fuerte carga visual y excitante. Participaron en la presentación Pilar Mata Solano, Antonio Gómez Rufo, autor de uno de los cuentos de Relatos fotoeróticos, y el escritor y editor Miguel Angel de Rus.
Sobre las mujeres que protagonizan AbeXedario afirmó Pilar Mata Solano: “son muchas mujeres distintas, una por cada letras del abecedario, son planos de visión distintos, formas de pensar distintas, sensualidades distintas, es un recorrido por todas las formas de sensualidad. Como diría el escritor, muestro todos los hombres que no soy. En  mi caso, las mujeres. Miguel Angel de Rusa afirma que son personajes cosmopolitas, que es un erotismo distinto al que habitualmente se escribe en España, y puede que sea cierto, porque llevo viviendo en París mucho tiempo, pero creo que la sensualidad no entiende de fronteras y que muchas mujeres se sentirán identificadas con cada una de las protagonistas”.
Antonio Gómez Rufo destacó de Relatos fotoeróticos “la sabia unión de fantásticos relatos con fotos de gran calidad. Más que un libro es un canto a la belleza, al erotismo, a la alegría de vivir. A veces se dice de un libro que no te puedes despegar de él, pero en este caso es cierto.”
Todas las modelos (y los modelos) que aparecen en el libro han sido retratados pro destacados fotógrafos de España, Rusia, Ucrania, Polonia, Kazajstán, Inglaterra, Bulgaria y Serbia, menos la fotografía que ilustra el relato de Gómez Rufo, hecha por el propio escritor, quien preguntado por el nombre de la modelo, se escapó diciendo “es una amiga, pero no os voy a decir el nombre”.
Pilar Mata Solano habló del fenómeno Sombras de Grey, “ese libro ha sido una buena iniciación para mujeres que habitualmente no leían, y sobre todo, que no se atrevían a mostrar en público que leían erotismo. Pero yo he escrito un libro que profundiza más en el alma femenina, en sus sensaciones. Es que lo de Sombras de Grey es poco creíble, una muchachita guapa, de veinte años, virgen, que la llevan a hoteles de lujo y viaja en helicóptero… Mis mujeres son verdaderas y por ellos se produce empatía con el lector”
Antonio Gómez Rufo sorprendió a los asistentes al declarar “quiero que esta presentación sirva para hacer un homenaje a Ediciones Irreverentes, que es una editorial admirable, y a sus editores, Vera Kukjareva y Miguel Angel de Rus, que son heroicos. Ediciones Irreverentes lleva 15 años luchando, a pesar de la crisis, de la crisis especial de la industria literaria, para seguir sacando la mejor literatura: Apuestan siempre por la calidad. Por ello, cuando me llaman para que participe en un libro con ellos, siempre digo que sí, porque son el ejemplo de lo que debe ser una editorial.”



Al acto acudieron un gran número de profesionales de la literatura y las artes. Además de Pilar Mata Solano, Antonio Gómez Rufo y Miguel Angel de Rus, asistieron, y participaron en el debate posterior, el escritor Raúl Guerra Garrido, el humorista y dramaturgo Manuel Royo. Y los escritores Antonio López del Moral, Juan Patricio Lombera, Francisco Legaz, Manuel A. Vidal, Juan Alberto Campoy, Francisco José Peña, Santiago Bergantinhos y Manuel Villa Mabela.
Al comienzo del acto se emitió un cortometraje de alto contenido erótico y gran calidad, basado en desnudos femeninos en acción, proyectando sobre ellos los textos del libro, en el que junto a la autora participaron una actriz francesa y una dominatrix parisina, sobre cuyos nombres nada pudimos llegar a saber.
Tienes relatos fotoeróticos en
Abexedario en http://www.edicionesirreverentes.com/incontinentes/abeXedario.html

Luis Soler Dauchy, entrevista por la novela erótica SE TRASPASA

Cloe ha nacido para ser la manzana del árbol de la tentación. 

¿Quién no mordería una fruta fresca, apetitosa y sobre todo prohibida?

 Nació en Mahón en noviembre de 1974. De formación administrativa y comercial, un día se le cruzó el mundo de la radio. Pasa por diferentes emisoras hasta consolidarse en la Cadena SER donde actualmente edita el principal programa a nivel insular. Siempre le tentó la literatura hasta que su amor a Andalucía se convirtió en un poema ganador en un certamen local. Este premio se volvió a producir en ediciones posteriores. Se traspasa es su primera novela publicada.

P.- ¿Cuándo comparan a la Cloe de tu novela con una versión novedosa de la Lolita de Nabokov, qué sientes?
R.- Me parece excesivo. Y un orgullo, claro. Lolita es un claro referente del género y Cloe no ha pretendido ser un calco de ese éxito editorial. Sin embargo, Cloe ha nacido para ser la manzana del árbol de la tentación. ¿Quién no mordería una fruta fresca, apetitosa y sobre todo prohibida? Eso lo va a tener que resolver el protagonista masculino de la novela. Esta Cloe es, en cierto sentido, más universal -aunque se parezca a Lolita en edad y atrevimiento.
P.- ¿La vida sexual alocada que muchos creemos ver en las Baleares te ha influido a la hora de escribir esta novela?
No. Hay que puntualizar que, visto desde dentro, este archipiélago tiene cuatro islas y cuatro formas de disfrute sexual (si se me permite el atrevimiento). Formentera está en la memoria colectiva de una joven Lucía que vive plenamente el sexo mientras recorre la isla en una motocicleta. Ibiza es el desenfreno, la noche, la juerga y la incursión en los límites. Mallorca es la eterna luna de miel. Y Menorca es, aunque no lo cito textualmente, el lugar del sexo maduro y pausado, relajado, que intenta recuperar el protagonista cuando se ve acorralado en un pueblo de provincias de la península. Vamos, un escape, una reconciliación con un matrimonio que ha perdido el fuelle, la pasión. Pero insisto, en ningún momento cito la isla de Menorca pese a lo que se puede reconocer fácilmente en esta isla a la que algunos de los protagonistas van en un momento de esta historia.
P.-¿Crees que Se traspasa va a ser leída como una novela estrictamente erótica o que al mismo tiempo tiene algo de crónica de costumbres de una época?
R.- Me gustaría que llegara al lector o a la lectora de cualquiera de las maneras y que sea su criterio el que la clasifique. No puedo obviar que tienen un claro contenido erótico. Pero la vida misma es así también. Una sinopsis rápida podría definirla como la historia de un hombre de mediana edad que ha de resolver un lío de faldas en el que cae sin remisión. ¿Acaso no es algo habitual? Incluso, ¿acaso no nos hemos planteado alguna vez qué haríamos en una situación así, si nos pasara a nosotros?
P.- Trabajas en la Cadena SER de Baleares. ¿Hasta que punto el trabajo periodística, las personas que conoces, puede haber influido en tu obra?
R.-La radio es un palco preferente de lo que pasa en la vida. Si la vida tiene colores, tengo el crisol frente a mí a diario. Lo cierto es que no sé cómo no he escrito antes esta historia y otras muchas. A su debido tiempo. Y sí. En el día a día veo, hablo, conozco, entrevisto a perfiles muy diferentes. Eso me hace a la fuerza diplomático, tolerante, crítico y un testigo de muchas historias que me facilitan crear historias como ésta. No he buscado retratar a ningún perfil en concreto si no más bien novelar un tema universal
P.- Si en tu vida real re dieran a elegir entre lo estable y la locura de una chica que, como Cloe, casi podría ser tu hija. ¿Qué preferirías?
R.-Voy a contestar que escogería lo estable por convicción. Pero si lo viviera como Pedro, el protagonista del libro, ya te digo que lo pasaría muy mal para decidir tan a la ligera. En una entrevista le preguntaron a Quentin Tarantino por qué todas sus películas eran tan agresivas y él contestó que el cine (la fantasía que creamos) nos permite hacer aquello que no haríamos en la realidad. Pues eso.
P.- ¿Alguna vez has soñado con tener una tienda de ropa y ser un Voyeur?
Soy nefasto a la hora de escoger mi vestuario. Por tanto, respondo no a lo primero. Y respecto a lo voyeur me imagino en la media; no me siento un depravado pero si la ocasión se tercia y surge, si nadie ha de salir herido, nada malo veo en ser anónimo espectador de la belleza.
P.- El entorno un tanto agobiante del vendedor que se ve envuelto en la vorágine de Cloe me recuerda a la vida provinciana del protagonista de Ninette y un señor de Murcia. ¿Esa vida de lugar pequeño en el que todo el mundo se conoce, incita al deseo de huir?
R.- En un lugar pequeño todo el mundo te conoce. Eso condiciona. Sobre todo cuando entra por la puerta Cloe. Así que lo que realmente incita a huir es el no saber cómo mirar a los ojos de una persona y no saber qué decir o cómo decirlo. O sí saberlo, pero no atreverse. En ocasiones, hay miradas que resultan difíciles de mantener. El peso de la culpa, el miedo al rechazo, ponerse en evidencia, la fragilidad de sentirse desnudo (aunque sea el alma),... Ahora multiplica esto por ese círculo de personas que conforman el mundo de tu día a día. Claro, la huida es una opción clara.
Entrevista original http://www.noticiasirreverentes.com/entrevistas/Luis_Soler_Dauchy.html