11 dic 2014

Relato erótico "Monólogos interiores", de Irene Comendador

Ella 
            Deja los nervios. Sabes que lo harás bien, él espera que te portes como una buena puta, en la cama siempre una puta, recuerda. Deja de temblar, eso no te ayudará en nada, mejor dedícate a observarlo, estáis los dos solos, no existe nada más que él y tú, mírale fijamente a los ojos, eso es lo que tienes que hacer. Quítate despacio la blusa. No tan despacio, un  poco de brío, te llamará la atención si no. Separa las piernas, tiene que verse bien, recuérdalo, siempre se tiene que ver bien esa zona. Cabecea un poco para que el pelo caiga por la cara, así quedas más sexy, ¡tonta! Y sonríe, no se te olvide sonreír, las sonrisas gustan. Ahora tócale, con ternura, lo brusco y violento ya llegará luego, ahora sólo acaríciale como si fuese un gatito, que note que te excitas, que estás a cien. Joder, como me gusta este hombre, como me gustaría poderlo ver mañana también. ¡Hostia! Y quizás ocurra, nunca se sabe, podría volver a necesitarte. ¡Madre mía! Tiene una polla inmensa, entra miedo de pensarlo, no te pongas nerviosa, sólo es un hombre, sólo es un hombre… Ahora estréchale contra tus pechos, que salive bien el canalillo, echa la cabeza hacia atrás, como si te gustara, ¿qué digo? Es que te gusta, hazlo y sonríe, ¡sonríe! Pero no con cara de tonta, quedarás fatal; una sonrisa sensual, pícara, una sonrisa casi infantil, de eso se trata. Ha llegado el momento, deja que se recline en el sillón y acércate despacio, contonea las caderas, tienes que moverte en plan provocativo. Súbete sobre su cuerpo y restriega tu sexo por su miembro erecto, no dejes que te penetre todavía, aunque lo estés deseando, aunque lo quieras. Sepárate un poco, solo un poco, tiene que ver esa lejanía, tiene que saber que necesita perforarte antes de volverse loco; y haz el favor de no pensar en sentimientos, sabes que no te viene bien, eso no mejorará las cosas ni ayudará a que el contacto sea como debe ser. Agárrale del cuello y presiona, no mucho pero presiona. Y ahora bésalo, un beso fuerte, nada de caricias de lengua delicada, con brío y descaro, muérdele el labio, que note quién es la que manda aquí, eso es lo que quiere, recuérdalo. Ahora viene la estocada, hasta el fondo, aunque duela, ya calcularás luego los desperfectos, ya tendrás tiempo de ponerte paños de agua fría para calmar la zona, ahora sólo has de tenerlo dentro… y moverte, moverte rápido. Cabalga sobre él, como si te fuera en ello la vida, es que te va en ello la vida, ¡hazlo! No te corras todavía, espera un poco más, jadea, grita ahogadamente, muérdete el labio y míralo como lo haría una gata en celo, penetrante. Aráñale el pecho, clávale las uñas sin delicadeza, que se quede la marca sobre la piel, un buen surco hasta sus pectorales. Por favor, cuánto lo quieres, es insoportable esta unión, es abrumadora la sensación de tenerlo dentro y que no te pertenezca para siempre. Ahora, ahora, ya no puedes más, has notado su mirada de aviso. Córrete, fuerte, que no se te escape el pis, sabes que eso no es de señoritas y menos en estos momentos, lo arruinaría todo, contente. Grita, venga, grita y suspira y jadea y gruñe si hace falta, que suene alto. ¿Por qué ha hecho eso? Poner sus dedos justo ahí te volverá loca de remate, que friccione el clítoris justo en este momento no era lo convenido. El orgasmo se alarga, quizás demasiado. Disfruta, ¡idiota! Que le den al plan inicial, entra en el juego, explota un millar de veces. ¡Ah! Mm… ¡Impresionante! Impresionante… Te has portado como una campeona, te has portado como debías. Ahora toca levantarse, sé que no quieres pero es lo que hay que hacer. Agáchate y métete en la boca eso que tanto estás deseando. Mm… sabe a ti, tiene tu lubricación; lame, chupa, degusta, succiona, rota la lengua por todo el glande, aletea en la punta y de vez en cuando, da besos con la boca entreabierta, que note tu respiración en el capullo, sopla un poco si hace falta. Está poniendo los ojos en blanco, es porque lo haces bien, tu ejercicio está funcionando, toda una profesional. Le palpita el miembro, se hinchan sus venas, se endurecen los testículos, apriétalos un poco con la mano, araña su muslo con cuidado, succiona más fuerte y… Bien, ya empieza, bebe, date prisa, abre la boca todo lo que puedas y bebe, que caiga alguna gota en la cara, que resbale por la barbilla, recógela con la lengua y, bebe. Gatea por su cuerpo y acurrúcate sobre el pecho, eso es lo que ahora toca, la mejor parte, tú mejor parte, la que más te gusta y la que menos dura.
            Suspira, esparce el aliento por su pecho y no le mires, no le sonrías, no le asustes, sólo escucha como respira y aguanta hasta que todo termine.

             Él

            A ver si no tardamos mucho, sino no llegaré a tiempo al gimnasio, ya es tarde. Está muy guapa hoy, tiene un brillo especial en los ojos, como si hubiese bebido, espero que no sea el caso, lo estropearía todo. Espera sentado a que se quite la blusa, que no vea tu impaciencia. ¡Joder! Ya tengo la polla dura, debería controlar mejor ese aspecto a estas alturas. Deberías levantarte y ayudarla a desvestirse, pero no puedes, es lo que pasa cuando hay un plan de por medio. Ahora se acerca, sus pechos están muy calientes, arden, quizás sí que esté ebria. Su piel sabe muy bien, me pregunto con qué tipo de jabón se duchará, quizás sea alguno con olor a fresas, a eso huele. Besa su canalillo, pon los ojos en blanco y chupa, chupa con fuerza, que haga ruido la lengua sobre su piel tersa y dulce. Ahora me tengo que recostar sobre el sillón, es la parte fácil y a la vez complicada, no quiero correrme pronto, lo echaría todo a perder. Tiene una manera de moverse que te hipnotiza, esas caderas podrían derretir a cualquiera, lástima que mañana ya no esté aquí, de todas formas sólo sería un juguete y en esos líos es mejor que no te metas, ¡gilipollas! Tengo una erección ya de campeonato, y estoy seguro de que su expresión ha sido de asombro al mirar justo esa zona, me gusta el tipo de sensaciones que causo en las mujeres, es halagador. No pesa nada, es como si no la tuviera encima, como si fuese una pequeña mariposa flotando sobre mi verga, se frota con tanta delicadeza que conseguirá que me corra antes de tiempo. Agarro sus caderas, tengo que pararla antes de que termine jodiéndolo todo. Ahora la penetro, ha sido muy brusca al sentarse con violencia sobre mí, creo que se ha hecho daño; podría haber sido más cauta, de todas formas no hay tanta prisa. Bueno, yo sí que la tengo, pero no se tiene que notar. Se mueve muy bien, tan bien que tengo el glande al rojo vivo, espero que termine pronto. ¡Auch! Esos arañazos no me gustan, siempre es la parte jodida del momento, cuando tienes que aparentar que todo es placentero, hasta cuando no lo es. Ahora me hace cosquillas con el pelo, debería tenerlo recogido, este tipo de cosas me distraen, aunque si quiero aguantar un poco más será mejor que piense en otras cosas. Creo que ya es el momento, tendrá un orgasmo enseguida, y si le ayudo será mucho mejor para que todo quede perfecto. Tócale con dos dedos en el punto exacto, fricciona con fuerza pero acertado. Así pequeña, así es como se hace. Se ha separado de mi cuerpo y ha sido casi un alivio, no podía eyacular dentro de ella, eso lo fastidiaría todo. Se dispone a pajearme con la boca, menos mal que no ha optado por hacer el calentamiento primero con las manos, no creo que aguantase ya mucho; esta chica es buena, muy buena. Tengo que respirar más fuerte, emitir algún jadeo, suspirar, resoplar… ¡Venga! Aprieta los ojos y abre bien la boca para que sepan que estás en el puto paraíso, exhala todo el aire y contén la respiración, ahora, ahora, ya llega. Ya no consigo retenerlo, siento las palpitaciones y el extremo grosor; ya llega el momento y quiero acertar en su boca, quiero que llegue hasta la garganta, eso es lo que tiene que suceder. ¡Exploto! Un gruñido sordo se expande. El chorro sale despedido, salpica. Veo como se lo traga y relame los labios; niña buena, niña buena, sonríe, ha estado todo el tiempo sonriendo. Se echa sobre mi pecho y esconde la cara, no me mira, quizás sea mejor así, tampoco quiero incentivar ninguna conversación después, con haber estado bien es suficiente.
            Ha sido una sesión muy buena, he estado cojonudo.

  Espectador

             Ella se contonea muy bien, supongo que ha sido una buena elección. Se desviste con demasiada calma, quizás deba decir algo. No, mejor los dejo hacer o se pondrán nerviosos. Él también está muy metido en el papel, se ve que tiene tablas, hacer caso a las recomendaciones valió la pena. Ahora le soba los pechos… bien, es un punto muy sensual y necesario. Quiero ver cómo entran en calor los dos al tiempo. Él parece tener prisa por terminar, espero que eso no afecte al resto de cosas, no quisiera tener que repetir nada hoy, ya bastante complicado está resultando ser. Ahora se acercan al sofá, ella será la primera en cabalgarle. Se frota despacio sin penetración, me estoy cabreando puesto que no era lo acordado en absoluto; pero prefiero no decir nada, si hablo tendremos que empezar de nuevo. El sonido es bueno, tengo que pensar en esos detalles, en el tema logístico, y el sonido de momento va bien, los jadeos y suspiros se escuchan con total perfección, y eso que la acústica de la sala no es buena. Ahora llega el momento de la penetración, espero que no haya problemas con la erección, él está muy bien provisto. ¡Joder! Lo hizo muy bruscamente, seguro que se hizo daño, espero que ese tipo de cosas luego no se noten. Ahora oscila de adelante a atrás con viveza; supongo que es normal pero no lo veo claro, no es lo que habíamos acordado al empezar. Ella deja caer la cabeza y le mira de forma muy extraña; cortaré de una vez por todas la escena, quizás se hizo daño antes. Le araña el pecho, ese detalle es nuevo y me gusta, a él le ha dolido, quedará muy chulo luego en el montaje. Parece que se resiste el orgasmo femenino, ya deberían pasar al siguiente plano. La está tocando, ha metido la mano entre medias y tampoco estaba en el planning, se están tomando demasiadas libertades, tendré que cortar para decirles algo. Ella en este justo instante se está corriendo sobre su miembro, convulsiona y tiene espasmos, quizás grita demasiado alto, es un poco sobreactuado, o tal vez no esté actuando… Ha terminado, gracias al cielo ya ha terminado, ha sido uno de los orgasmos más largos que he visto, tal vez haya que cortarlo después. Se agacha y llega la parte de la masturbación, se lo tiene que hacer con la mano y… Un momento, pero, ¿qué hace? Se suponía que no tenía que ser una felación, y la verdad es que lo hace muy bien, seguro que él no tarda mucho en terminar. Se lo ha tragado todo, hasta se ha relamido con descaro. Una escena muy bonita, muy bonita… Dos minutos los dos abrazados y sin mirarse, ya no puedo más, tiene que terminar el teatro. “¡Corten! Habéis estado muy bien ambos, os habéis ido de ficha en alguna ocasión, pero creo que con lo que tenemos ya será suficiente. Tú, puedes irte cuando quieras, ya sé que tienes hora en el gimnasio, no quiero hacerte llegar tarde.” Espero a que el tipo de la polla grande, los músculos ejercitados y el pelo perfecto salga del set, y me dirijo a ella con mirada fría. “Será mejor que hablemos en casa, esta será la última vez que protagonices una de mis películas, a partir de ahora solo serás mi esposa y punto. No he querido ponerte en evidencia delante de nadie, pero definitivamente no vales para esto.”
 
Relato aparecido originalmente en el libro de Ediciones Irreverentes Relatos fotoeróticos

 

Relato erótico de Andrés Fornells: Un encuentro sublime


Ella le ofreció abiertas las sedosas columnas de sus piernas alabastrinas, mostrando la lenta languidez de un hada somnolienta. Durante algunos segundos él contempló, totalmente embelesado su bellísima, impactante desnudez. Sus ojos la acariciaron con la absoluta admiración que merece una obra maestra de la creación. Ella separó un poco más sus perfectamente torneados muslos y le ofreció su granada levemente entreabierta, afrodisíaco, irresistible manjar para un famélico de amor.
            Controlando su voracidad, su hambre de ella, él se arrodilló con veneración, y con veneración hundió el rostro en el delicioso vértice de carne cálida, trémula, palpitante. Y una oleada de ternura lo recorrió convirtiéndole la sangre en mil. Despacio, con el respeto que merece todo lo sublime, apresó delicadamente entre sus ardientes labios el rubí dulcemente salado que, al contacto su boca comenzó a endurecerse, a expandirse. Su ávida lengua, llama húmeda, apasionada, febril, realizó artísticos giros en torno al precio-so rubí provocándole que endureciera más y más.
            Ella empezó a gemir tan bajito que parecía más bien que suspiraba. Y comenzó a verter con prodigalidad sus afrodisíacas esencias.
            Él, con la exquisitez de un gourmet, lamía, la rozaba cuidadosamente con sus dientes, absorbía con fruición.
            Ella gemía de placer. Ella, enardecida de pasión, rotaba ya acelerando el ritmo sus caderas esculturales. Ella estaba ya apunto de enloquecer por el inmenso, volcánico, irresistible placer que experimentaba.
            Ella hundió, amorosa, sus trémulas manos entre los cabellos del hombre que la estaba llevando a la gloria y le apretó la cabeza para que se quedara eternamente preso donde se hallaba en aquellos divinos momentos.
            Ella finalmente estalló exhalando grititos de inconmensurable, indescriptible gozo. El rostro masculino hundido en el paraíso femenino permaneció un tiempo disfrutando, paladeando las esencias vaginales hasta la última gota de la ambrosía que ella le regalaba directamente desde el pebetero ardiente de sus generosas entrañas.
            Después, rendida, con los brazos en cruz, los parpados abatidos, en su rostro una expresión de supremo éxtasis, la boca entreabierta en una suave sonrisa de felicidad dejó transcurrir unos pocos minutos durante los cuales él la estuvo adorando con la mirada, y ella recupero fuerzas para finalmente pedirle:
            —Ámame, mi amor. Lléname con tu fiera, amorosa espada. Penetra hasta lo más hondo de mi ser. Te juro que jamás amaré, que jamás podré amar a ningún hombre como te amo a ti en este momento.
            Él convertido en único, absoluto dueño de su cuerpo y de sus sentimientos. Con-vertido en un dios por ella, la penetró muy despacio, recreándose al máximo hasta que el último milímetro de su poderosa hombría, entregada, pasó a pertenecerle a ella.

Relatos fotoeróticos, un libro fascinante por su erotismo y sus fotografías de desnudos

Los amantes del erotismo no fallaron a aquella cita y gracias a ellos –voyeurs, fetichistas, fieles, infieles, sumisos, exhibicionistas, homosexuales, heterosuexuales, amantes de maduros o jovencitas, amantes del sexo oral o tradicional, sadomasos, practicantes del intercambio, o sin más escritores dados a las fantasías–  ve la luz esta antología de relatos eróticos tan internacional y tan excitante.
            Por aquellos tiempos, en Radio Nacional de España (RNE) me permitieron dirigir y presentar dos programas literarios que llegaban al mundo gracias al impresionante despliegue técnico de Radio Exterior de España (REE). Los programas eran Sexto Continente, el café literario de la creación hecha en español, y Edición Exclusiva, el primer programa de premio literarios de la emisora, y puede que el primer programa de difusión mundial con este contenido. Josefina Beneitez como directora de la emisora y Antonio Buitrago como inductor, fueron los culpables de la existencia de aquellos programas salidos de mi mente calenturienta, además de todo el equipo técnico y directivo de RNE. En ellos hicimos un concurso de relato erótico al que llegaron 210 relatos de 27 países, y de entre los cuales han salido los textos que recogemos en este volumen. Dos escritores jóvenes e intelectualmente voluptuosas, Irene Comendador y Paloma Hidalgo, fueron las ganadoras del concurso, y se han unido en este volumen los mejores textos recibidos y textos que hemos encargado a autores de primera línea que han mostrado maestría en el género.
            Encontramos en Relatos fotoeróticos, autores –ya sean escritores o fotógrafos- de once países. Escritores de España, Honduras, Colombia, Rumanía y Venezuela, y fotógrafos de España, Rusia, Ucrania, Polonia, Kazajistán, Inglaterra, Bulgaría y Serbia.
            Se muestra un erotismo apegado a la realidad del comienzo de siglo, siempre desde la calidad literaria y una visión estética elevada. Así, entramos de la mano de escritores e ilustradores, en el rodaje de una película pornográfica, en una sesión con una modelo erótica, en un club de intercambio de parejas, en la vida de exhibicionistas, adictos al sexo liberal, al sexo salvaje, a las relaciones juveniles, en los placeres solitarios de un fetichista y también, y no menos excitante, a los sueños de quienes sienten tanto placer con la realidad como con su imaginación.
            En Relatos fotoeróticos, encontramos fantásticos relatos eróticos con sensuales fotografías, desnudos siempre agradables y que pretenden incitar la imaginación del lector. Mi principal objetivo al crear el premio y al idear este libro fue ofrecer unas horas de placer que nos hagan más grata la realidad cotidiana. No por ello dejaremos de añorar el suave encanto de las novelas románticas decimonónicas, aquellos primeros amores entre las hojas caducas en otoño, los vestidos elegantes y el champagne siempre exquisito. Pero cada momento tiene sus pasiones.
            Si entras en estas páginas, estás avisado del excitante contenido. Si alguien se escandaliza, será porque le encanta hacerlo; quizá es otra forma de encontrar placer… uno ya no sabe…
 
                                                                                                                          Miguel Ángel de Rus