Relato "Cuestión de
negocios" de Félix Díaz, aparecido en el libro Historias de Isabel.
Ilustración
de Félix Alfonso Olmos.
***
Marco, ¿qué opinas de
mezclar los negocios con el amor?
Hay quien cree que no debe hacerse, pero
otros lo hacen, y con buenos resultados.
En todo caso, y ya para terminar esta
colección de relatos, escucha lo que le sucedió a un hombre a quien su mujer
ayudaba en los negocios.
CUESTIÓN DE NEGOCIOS
Mi esposa Isabel (Isa) es una gran ayuda
para los negocios. Gracias a ella he conseguido cerrar muchas operaciones
comerciales. A fin de cuentas es mi socia en la empresa que hemos montado.
Isa es guapa, muy guapa. Alta, rubia, muy
bien formada, llama mucho la atención cuando caminamos juntos por la calle. Si
sorprendo la mirada de algún hombre, me engrandezco lleno de orgullo. No soy
celoso, y aunque a veces respondo a esa mirada con una de macho celoso es más
un juego viril que otra cosa.
Por cierto, yo
tampoco estoy nada mal. No lo digo yo, lo dice Isa y con ella muchas de sus
amigas. La verdad es que me preocupo por mi imagen y hago gimnasia todos los
días para mantener mis músculos en forma; sobre todo la «tableta de chocolate»
de los pectorales.
Me encanta echar esa mirada celosa a los
chulillos que la miran. Ninguno se atreve a volver a hacerlo, tras ver mi pinta
de «armario».
En resumen, creo que formamos una pareja
digna de una portada de revista del corazón.
Iré al grano.
Hablaba de los negocios. Me dedico a la
venta y para ello contacto con mis clientes por muy diversos medios: teléfono,
ferias y congresos, internet, etc.
Siempre me gusta cerrar un acuerdo en mi
casa, con una cena a la que invito al cliente.
Aparte de guapa e inteligente, Isa cocina
muy bien. Yo también dedico tiempo a los cacharros pero cuando se trata de una
cena de negocios es ella quien elabora el menú, mientras yo voy a recibir al
cliente, le invito a la salita y firmamos los papeles.
Entonces aparece Isa con una bandeja y
unas copas de aperitivo. Suele vestir con minifalda y generoso escote, y no se
me escapa la mirada que el cliente echa a sus senos. Es algo invariable.
Luego pasamos al comedor, donde nos espera
una cena ligera, pero deliciosa.
A los postres, Isa se coloca detrás de la
silla del cliente y apoya sus grandes pechos en los hombros del caballero.
Lo que viene después suele ser más o menos
similar, dependiendo de cual sea la reacción del cliente. Habitualmente, acaba
en un trío sin que nos lleguemos a desvestir del todo.
A Isa le encanta tener sexo con el cliente
y conmigo al mismo tiempo.
Y, cosa curiosa, aunque no divulgo mis
métodos cada vez tengo más hombres interesados en hacer negocios. La empresa va
viento en popa. Ahora bien, si bien Isa forma parte de la empresa, ella no
suele participar directamente en las gestiones comerciales; lo deja a mi cargo.
Por eso es raro que esta vez sea ella quien haya contactado con un posible
cliente, y le haya invitado a una cena, como suele ser lo normal para cerrar el
trato.
No me parece mal, eso tengo que dejarlo
claro.
Lo que me mosquea es que ese cliente sea
una mujer…
Pronto en la Colección Incontinentes de Ediciones Irreverentes